Nosotros recomendamos ver la fiscalidad de una empresa como una parte esencial de su estrategia económico-financiera, al igual que ocurre con el marketing, los recursos humanos o la logística, por citar algunas áreas de gestión.
Queremos transmitir la conveniencia de incluir la estrategia fiscal dentro de lo que es la estrategia general de una empresa. Hay que evitar a todas luces (como todavía sigue ocurriendo) reducir la fiscalidad a la cumplimentación de obligaciones formales. Pues es mucho más. Si no lo vemos así, estamos perdiendo muchas oportunidades.
Porque la fiscalidad no ha de ser una fatalidad, sino una realidad que hay que conocer para dirigir nuestra empresa de la mejor forma posible.
¿Qué áreas o materias incluye la planificación fiscal en una empresa?
1º) En primer lugar se debe dominar la Planificación Fiscal al inicio de una actividad empresarial. Básicamente responde al siguiente interrogante: ¿qué ropaje jurídico me conviene adoptar en mi nueva empresa (o en la de mi cliente) para que, tanto a corto como a largo plazo, tenga un mayor beneficio fiscal? Evidentemente, también podemos incluir los supuestos de cambio de ropaje. ¿Interesa crear una sociedad?
Para ayudar a tomar una decisión con fundamento, es importante tener en cuenta una serie de parámetros, tales como los costes iniciales, el volumen de operaciones previsibles, el régimen de responsabilidad, la limitación en la toma de decisiones, las obligaciones registrales, o la tributación por rentas obtenidas.
2º) Lógicamente la base y punto de partida de toda planificación fiscal, es conocer y dominar todos los impuestos, los directos e indirectos. En resumen, los impuestos es la información mínima que se necesita conocer para poder poner en práctica la planificación fiscal operacional.
3º) A continuación debemos profundizar en los parámetros de intervención en la planificación fiscal operacional, que son herramientas que permiten, dentro de la legalidad vigente y de las posibilidades de actuación de la empresa, reducir la presión fiscal de ésta. Podríamos decir que suponen una visión más optimista y constructiva de lo que es la regulación de un impuesto. En lugar de decir, «hecha la Ley, hecha la trampa», podríamos decir, «hecha la Ley, hecho el parámetro», que jamás supondrá una trampa.
De todos ellos, destacamos, la imputación temporal de ingresos y gastos, los gastos fiscalmente deducibles, las provisiones admitidas fiscalmente, deducciones ..etc.
4º) Cobra también una especial relevancia la planificación fiscal en determinadas operaciones corporativas o de reestructuración empresarial. Entre ellas incluimos: las adquisiciones y fusiones de empresas, las operaciones de financiación de la empresa o las puntas de tesorería.
5º) Otro ámbito que a veces es difícil de dominar es la planificación fiscal en el escenario internacional. En concreto, se deben conocer también las cuestiones fiscales que va a afrontar la empresa en sus relaciones internacionales con terceros «no-residentes» o al tomar la decisión de salir al exterior y competir.
6º) Saber evaluar y cuantificar el riesgo fiscal que corre una empresa, antes de ser sancionada es fundamental. Es decir, el empresario ha de saber en todo momento qué riesgo fiscal corre ante una posible inspección y, por tanto, sopesar hasta qué punto le conviene correrlo.
En este sentido, se hace obligado conocer las infracciones, sanciones y responsabilidades.
Pero detectar el grado de riesgo fiscal contraído es tarea que exige del empresario utilizar un sistema de seguimiento en su negocio que le permita de forma eficaz conocer las contingencias que existen en una fecha determinada.
Como paso previo a la realización propiamente dicha de la auditoría fiscal, se establece como requisito básico la coherencia fiscal. Es decir, el logro de una total armonía entre su circuito administrativo, sus declaraciones tributarias y los libros oficiales de contabilidad.
7º) Por último se debe dominar la defensa jurídica de a la empresa ante una sanción o una inspección. Fundamental estar formado y dominar los recursos y reclamaciones en el ámbito tributario que están al alcance del contribuyente.
Pues bien, a partir de estos siete apartados podemos entender perfectamente lo que hemos dicho en un inicio: es que la Planificación Fiscal de una empresa abarca muchos ámbitos o áreas de conocimiento; desde la planificación, en todos sus aspectos y variantes, pasando por la auditoría fiscal, la inspección y la posibilidad de reclamar una posible decisión de la Administración Tributaria. Esta visión nos sirve para ver que todo está interrelacionado, y en ningún caso podemos hablar de compartimentos estancos. Por otra parte, con esta forma de entender la planificación fiscal convertimos al empresario o profesional, o contribuyente, en un sujeto activo, que tiene a su alcance unas herramientas que evitan que se convierta en sujeto pasivo, víctima del ordenamiento, o incluso en un defraudador. La gestión fiscal ha de convertirse en una auténtica estrategia. Y si se entiende esta idea, objetivamente el riesgo fiscal o una inspección fiscal no deberían suponer ningún problema, se reducen drásticamente.