La buena salud de una asesoría

En este artículo les presentamos una guía para realizar un autodiagnóstico de su asesoría, centrándonos esta vez en la figura de su titular. No hay duda que de su buena o mala salud dependerá su eficacia y eficiencia, que al mismo tiempo repercuten directamente sobre el estado de las finanzas.
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En este artículo les presentamos una guía para realizar un autodiagnóstico de su asesoría, centrándonos esta vez en la figura de su titular. No hay duda que de su buena o mala salud dependerá su eficacia y eficiencia, que al mismo tiempo repercuten directamente sobre el estado de las finanzas.

La buena salud de una asesoría, al igual que ocurre con el cuerpo humano, presupone un buen estado general. ¿Cómo puede saberse si está sana o no? Son muchos los métodos o vías que pueden utilizarse para realizar el diagnóstico, y nosotros nos limitaremos a mostrarles una opción que en este caso aplicaremos en la figura de su titular.

Sin embargo, lo que sí es recomendable es tener unos mínimos conocimientos del sector en el que se desarrolla la actividad económica, en este caso, el del asesoramiento jurídico. Esta información nos servirá para saber cuál es el estado general de salud de todos los competidores, a partir del cual pueden determinarse los niveles de normalidad y anormalidad o de eficiencia. Para ello, será muy útil el benchmarking.

También es importante tener muy claro cuáles son las prioridades de la asesoría, es decir, saber ponderar las actividades y los resultados en función de la importancia que se les otorgue. Aunque para realizar este trabajo se requerirá un tiempo, a la larga este alto en el camino se acabará recuperando, pues mejorará la rentabilidad del despacho. Y finalmente la autocrítica y la honradez intelectual serán básicas si se desean obtener unos resultados fidedignos.

Tal como hemos indicado, aunque sea un poco duro, el primer chequeo se lo deberá hacer a si mismo el titular de la firma. Pues él es el motor y el responsable de la misma. Veamos:

Para poder valorar las respuestas, a continuación, daremos unas orientaciones:

  • En cuanto a su formación profesional, se valora la tenencia de un título universitario, si bien casi se presume. Podría llegar a alcanzar una valoración máxima si el titular acude periódicamente a cursos de reciclaje o se interesa por lecturas de revistas del sector.
  • La formación empresarial suele ser uno de lo puntos débiles de los despachos profesionales, sobretodo si estamos hablando de un abogado. Afortunadamente hoy las cosas están cambiando, y parece que en este sentido empieza a haber una cierta conciencia empresarial. En este sentido, de cara a este chequeo, se valora positivamente la asistencia a seminarios y cursos sobre gestión de despachos.
  • La informática ha entrado de lleno en los despachos. Por ello, lo que más se valora es el grado de aprovechamiento de la misma. Así, mientras que tener y utilizar ordenadores ya es algo habitual y general, lo que marca la diferencia es, por ejemplo, tener Internet.
  • Los idiomas son cada vez más necesarios en los despachos profesionales.
  • Las relaciones externas constituyen, entre otras cosas, una fuente y vía innegable de captación y retención de clientes. Es conveniente que el titular de una asesoría se relacione con proveedores, sepa los nombres de sus contactos más habituales, y que, evidentemente, conozca a sus clientes.
  • Las características psicofísicas engloban tanto el estado físico y de salud en general del titular como su actitud. Así, se valora su madurez, tenacidad, autocontrol, confianza en uno mismo, ética, relación humana, ambición, etc.
  • En cuanto a las políticas concretas de acción, se puntúa mucho la existencia de objetivos y planes concretas de acción. En este sentido, una rutina actualizada, que se limita a repetir año tras año las mismas actividades, merecería la valoración más baja, a continuación vendría la rutina actualizada recientemente, seguida de unos objetivos con un plan de acción.
  • Hablar de la necesidad de medios y recursos puede parecer una obviedad, pues es evidente. La falta liquidez, la escasez, desmotivación o mala preparación del personal, o la escasa inversión en tecnología pueden acabar con cualquier firma. También se penaliza en este chequeo una oficina excesivamente pequeña y mal decorada e iluminada, un déficit en las fuentes de información para consultas, poca comunicación, etc.

Después de hacer este repaso, ¿cuál considera que es su puntuación? Con un aprobado podría darse por satisfecho, pero esperamos que la próxima vez tenga un sobresaliente.

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